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Árboles y silvicultura en el milenio urbano

Guido Kuchelmeister(Nota 1)

Contribuciones a la silvicultura urbana en un mundo progresivamente urbanizado.

Los habitantes de las ciudades son cada vez más sensibles y receptivos a la importancia de los bosques urbanos como componente esencial del paisaje, la infraestructura y la calidad de la vida en la ciudad. Las autoridades municipales, unidas a otras varias fuerzas interesadas en todo el mundo, han lanzado programas de actividades forestales urbanas a veces muy ambiciosos. En los países industrializados, la investigación y el desarrollo en silvicultura urbana han progresado mucho. En los países en desarrollo, sin embargo, esta ciencia está todavía al comienzo. Añádase que el trabajo forestal está aún ausente de las iniciativas de cooperación para el desarrollo urbano, pese al acelerado proceso de urbanización que tiene lugar en los países en desarrollo.
En este artículo se subraya la importancia de los árboles y de la vegetación conexa en la ciudad y en torno a las zonas densamente pobladas, tanto en los países industrializados como en los que están en proceso de desarrollo. Se prestará atención a las implicaciones de la urbanización para la cooperación al servicio del desarrollo, los beneficios de los bosques urbanos, la mitigación de la pobreza, las asociaciones innovadoras de los sectores público y privado y la ordenación de recursos con fines múltiples.

Calle de aldea primitiva

La calle principal de la aldea Kilakila (Port Moresby, Papua Nueva Guinea) está bordeada con almendros de la India (Terminalia catappa), árboles de mango, capoc (Ceiba pentandra) y cocoteros cuyos productos contribuyen a la seguridad alimentaria local -

R.R. THAMAN

La urbanizaciones y sus consecuencias

El crecimiento urbano acelerado en los países en desarrollo

La urbanización es una tendencia mundial. En 1995, alrededor del 73 por ciento de la población de América Latina vivía en ciudades, con lo que la región estaba más o menos tan urbanizada como Europa y América del Norte. En Asia y áfrica, la tercera parte de la población total se consideraba urbana.
El nuevo milenio será urbano. Las zonas urbanas en los países en desarrollo recibirán casi el 90 por ciento del crecimiento mundial previsto de 2 700 millones de habitantes entre 1995 y 2030. En el año 2030, casi el 85 por ciento de los latinoamericanos y la mitad de todos los africanos y asiáticos vivirán en ciudades. El crecimiento urbano más explosivo tendrá lugar previsiblemente en áfrica y Asia. Asia tendrá la mayor población urbana del mundo, con casi el doble de habitantes urbanos que áfrica y América Latina juntas (Naciones Unidas, 1998).
Las zonas periurbanas tienen los índices más altos de crecimiento y reciben hasta el 70 por ciento de los migrantes de las zonas rurales, así como migrantes de la ciudad misma. Estas zonas están integradas en muchos aspectos con la ciudad, pero la mayoría de los proyectos forestales en las zonas periurbanas se conciben como proyectos rurales. Si no se integran en la planificación urbana, están condenados al fracaso.

Urbanización y pobreza

A medida que el grueso de la población mundial pasa de las zonas rurales a las urbanas, la pobreza se hace un fenómeno cada vez más urbano. El Banco Mundial calcula que en 1988 alrededor de un cuarto de los pobres absolutos del mundo en desarrollo vivían en zonas urbanas y prevé que en el año 2000 esta proporción se elevará a la mitad (WRI, 1996). Antes de 20 años vivirán más pobres en las ciudades que en las zonas urbanas. Cada vez más, los pobladores de suburbios miserables, los niños de la calle y los que se ven obligados a oscilar entre la ciudad y su periferia caracterizarán el rostro de la pobreza mundial.

Deterioro del medio urbano

Las zonas urbanas generan problemas ambientales, que se perciben tanto a escala doméstica como mundial. Estos problemas van desde los perjuicios para la salud humana hasta las pérdidas económicas y sociales o los daños al ecosis-tema. La contaminación del aire y del agua y la acumulación de desechos figuran entre los problemas básicos. El sacrificio de bosques y tierras agrícolas al desarrollo urbano puede también reducir las zonas permeables al agua, alterar el drenaje natural y ocasionar graves inundaciones.
Los pobres que habitan en zonas urbanas soportan el mayor peso de los riesgos ambientales por las situaciones en que han de vivir, sea en los desparramados asentamientos ilegales de ciudades en el mundo en desarrollo o en los mohosos centros urbanos de Europa y América del Norte.


Recursos multifuncionales de los bosques urbanos de los países en desarrollo
Las zonas urbanas de los países en desarrollo padecen problemas de falta de agua potable, tratamiento de los desechos y lucha contra la contaminación inadecuados, ocupación y degradación de tierras vulnerables, inundaciones y erosión del suelo en asentamientos no autorizados. Sobre todo, muchos pobres padecen malnutrición. En núcleos de población pobres, sólo es posible administrar los bosques urbanos con miras al aprovechamiento de recursos múltiples. Por ejemplo en Durban (Sudáfrica) los parques multifuncio-nales son un componente de los programas de mejoramiento de los barrios de tugurios; los parques se utilizan para recoger agua de lluvia, evacuación y tratamiento de aguas residuales, actividades recreativas y jardinería (CIIAL, sin año).

Silvicultura urbana: árboles para las ciudades

Muchos especialistas forestales urbanos de los países industrializados utilizan indiferentemente las expresiones "cultivo de zonas verdes urbanas" y "silvicultura urbana", o "ingeniería forestal urbana") (Miller, 1997). Las definiciones más amplias consideran bosques urbanos toda zona forestal influida por la población urbana. En un sentido más restringido, la silvicultura urbana se refiere a los árboles y zonas arboladas en las ciudades: árboles de jardines y huertos, árboles de calles y parques, bosquecillos remanentes y que crecen en tierras baldías y abandonadas.
En los países industrializados, la silvicultura urbana se ha centrado en el aspecto recreativo y los beneficios ambientales (Miller, 1997; Nilsson y Randrup, 1997). En los países más pobres el primer cometido de la silvicultura urbana debe ser ayudar a cubrir las necesidades básicas (Kuchelmeister y Braatz, 1993). Para ello, lo más indicado es la ordenación de recursos con fines múltiples.
La silvicultura urbana ha hecho rápidos avances en América del Norte gracias a actividades concertadas y a la asignación de recursos considerables. En Europa, pese a una larga tradición de silvicultura urbana, la investigación es todavía muy fragmentaria. Un proyecto actualmente en curso de actividades forestales urbanas facilitará la cooperación y la coordinación en Europa (Randrup, Forrest y Konijnendijk, 1999). En los países en desarrollo, la silvicultura urbana está todavía en su infancia y se orienta claramente hacia el estilo de los países indus-trializados (Khosla, 1996, Tewari, 1995).

Urbanización y cooperación para el desarrollo

La rápida urbanización de la pobreza y las consecuencias medioambientales del crecimiento urbano para las comunidades pobres están recibiendo más atención que nunca en los debates internacionales sobre el desarrollo. En este contexto, la formación de zonas verdes urbanas se reconoce por todos como un instrumento de desarrollo. Foros de agricultura urbana como el Grupo de Apoyo a la Agricultura Urbana y la Iniciativa Mundial de Agricultura Urbana toman en consideración la silvicultura urbana, en particular en lo que respecta a las actividades agroforestales. Muchos proyectos de desarrollo urbano tienen un componente de ingeniería forestal urbana. Muchas ciudades que ponen en práctica localmente el Programa 21 (por ejemplo, La Paz [Bolivia], Sao Paulo [Brasil], Teherán [República Islámica del Irán], Durban [Sudáfrica], Kampala [Uganda], Zurich [Suiza], Bombay [India] y Yokohama
[Japón]) han incorporado componentes de zonas verdes. Sin embargo, en las iniciativas actuales de formación de zonas verdes urbanas el personal forestal profesional desempeña todavía un papel secundario.
Casi todos los grandes organismos de cooperación para el desarrollo han limitado a las zonas rurales sus actividades forestales. Los procesos mundiales recientes para la definición de políticas como el Foro intergubernamental especial y de composición abierta sobre los bosques y el Estudio de la Política Forestal del Banco Mundial no consideran todavía como un tema separado la silvicultura urbana (Kuchelmeister, 1999a).
La FAO tiene un programa de silvicultura urbana mediante el que ofrece a los países miembros servicios de información, identificación y formulación de proyectos y desarrollo participativo de estrategias municipales y planes maestros de silvicultura urbana. Entre los organismos donantes para el desarrollo de zonas verdes urbanas, el Banco Interamericano de Desarrollo es probablemente el más activo (Kuchelmeister, 1998). Algunas iniciativas, como "Ciudad árbol", apuntan a asentamientos pobres en países en desarrollo.

Importancia de los bosques urbanos

Valores múltiples de los bosques urbanos

Los árboles son una parte importante del sistema de vida de la naturaleza y desempeñan un papel fundamental en la sostenibilidad de los núcleos urbanos. La gente se percata cada vez más de que los bosques urbanos mejoran la calidad de la vida en las ciudades de muchas maneras, proporcionando beneficios tanto tangibles (alimentos, energía, madera, forraje) como menos tangibles para satisfacer las necesidades locales. La silvicultura urbana de fines múltiples es especialmente importante para los pobres urbanos (véase el recuadro).

Beneficios tangibles

Alimentación. Los alimentos obtenidos de los árboles en parques agroforestales privados o parcelas reservadas en parques públicos pueden contribuir notablemente a la seguridad alimentaria en los países en desarrollo (Kuchelmeister, 1999a). Las plantas silvestres comestibles que requieren pocos cuidados se prestan a menudo muy bien para su uso multifun-cional como vegetación ornamental al borde de las carreteras.
Leña. La leña proporciona entre el 25 y el 90 por ciento de la energía que consumen los hogares urbanos, siendo particularmente importante como fuente de energía en los centros urbanos menores de los países en desarrollo, sobre todo en zonas secas (Kuchelmeister, 1998). Los hogares urbanos pobres gastan una proporción notable de sus ingresos en la adquisición de leña. Si la población urbana pobre sigue creciendo, la consecuencia será probablemente un aumento de la compra y el consumo de leña y carbón vegetal. En circunstancias favorables, la leña extraída de bosques no rurales y sistemas agroforestales puede contribuir notablemente al suministro de dendroenergía.

Leña en venta

Los árboles, plantaciones y sistemas agroforestales en las zonas urbanas y periurbanas pueden contribuir al suministro de leña y madera, en especial en los países en desarrollo. En este mercado de Cabo Verde se vende leña de una plantación periurbana -

E.H. SENE


Madera de construcción. La disponibilidad de cantidades suficientes de madera de construcción es un problema que tiende a agravarse en los países en desarrollo. En las zonas urbanas, esta madera procede principalmente de plantaciones, árboles de las calles, cinturones arbóreos protectores o cortavientos, así como zonas verdes, parques y jardines. En muchas ciudades la extracción de madera se combina con intensas actividades recreativas al aire libre. La plantación sistemática de árboles en calles o caminos para la producción de madera es una práctica corriente en China y Malasia (Webb, 1998). Algunas ciudades en países industria-lizados cubren los costos del mantenimiento de árboles mediante el aprovechamiento de los mismos.

Servicios medioambientales

Mejoramiento del microclima, calidad del aire y reducción del dióxido de carbono. Los árboles urbanos pueden ayudar a mejorar la calidad del aire refrescándolo y limpiándolo. La ingeniería del paisaje, mediante plantaciones estratégicas, puede conservar la energía y mantener un ambiente confortable sin aire acondicionado. En la medida en que reducen la necesidad de consumir combustibles fósiles, los árboles urbanos son una buena inversión para paliar el efecto invernadero.
Cada vez más se recurre a las plantaciones para reducir la contaminación atmosférica. Este ha sido uno de los objetivos de proyectos de silvicultura urbana como los de Kuala Lumpur en Malasia y Manila en Filipinas (Kuchelmeister, 1998). Los árboles mitigan la contaminación reduciendo el uso de energía, las emisiones de dióxido de carbono y el ozono a nivel del suelo. Algunos proyectos de silvicultura urbana, por ejemplo en varias ciudades de los Estados Unidos, se han financiado mediante proyectos de retención del carbono (Akbari et al., 1992; McPherson y Rowntree, 1993).
Uso, reutilización y conservación del agua. Los bosques urbanos pueden ayudar a proteger los sistemas de suministro urbano de agua, tratamiento de aguas residuales y evacuación de aguas pluviales. Casi todas las ciudades pobres tienen graves problemas de tratamiento de aguas residuales y podrían establecer estanques de estabilización en sistemas de parques y reutilizar las aguas resi-duales para la silvicultura urbana. El reaprovechamiento de las aguas residua-les urbanas no sólo recarga los acuíferos sino que reduce además la demanda que pesa sobre unas escasas reservas hídricas. Las mayores posibilidades de reutiliza-ción de aguas residuales están en las zonas áridas de los países en desarrollo (Braatz, 1994; Kuchelmeister, 1998). La protección de las zonas suburbanas y rurales de las que las ciudades reciben sus aguas es un tema tradicional de la silvicultura urbana, pero el éxito de estos proyectos depende de su integración en la planificación urbana.
Conservación del suelo. Los árboles y los bosques ayudan a conservar el suelo, impidiendo deslizamientos en ecosistemas frágiles con terreno en pendiente, escasa vegetación y fuertes lluvias estacionales, protegiendo así las vidas y los hogares de los habitantes. La bioingeniería es importante en los asentamientos no reglamentados de zonas tropicales.
Desechos sólidos y regeneración de tierras. El reciclaje de los desechos de árboles urbanos reduce la eliminación de basura y proporciona nuevas materias primas (Webb, 1998). En las ciudades pobres la mayoría de los desechos pueden utilizarse como leña, mientras que en las más ricas pueden producirse materias primas como pajuzo o rastrojo para abono. Es frecuente la regeneración de tierras baldías y degradadas y vertederos públicos, mediante la plantación de árboles y la conversión en parques. Cuando se contamina la tierra, en particular con metales pesados, algunos árboles son capaces de absorber los contaminantes. Tras sucesivas extracciones de madera, puede reducirse gradualmente la contaminación (Dickinson, 1996).
Biodiversidad. Las zonas verdes desempeñan un papel esencial en la biodi-versidad urbana. Los humedales suburbanos pueden ser algunos de los ecosistemas naturales más productivos y pueden ofrecer un hábitat importante para la fauna. Mediante redes de zonas verdes se mejorará la conservación de la vida y la biodiversidad; los cinturones verdes y las avenidas verdes (parques lineales) pueden servir como corredores biológicos (UICN, 1994).

Beneficios sociales

Salud. Los parques y las zonas verdes dan oportunidades para actividades físicas sanas. Además, los beneficios pasivos para la salud física y mental de un paisaje urbano con árboles se han documentado en los países industrializados (Ulrich, 1984); el disfrute de zonas verdes puede ayudar a la gente a cobrar nuevas energías. Una mejor calidad del aire gracias a la introducción de vegetación repercute sobre la salud, con beneficios patentes como la menor frecuencia de enfermedades respiratorias. Los bosques urbanos pueden contribuir también a la seguridad alimentaria.
Empleo. Las plantaciones de árboles y en especial los sistemas de agrosilvicultura urbana pueden requerir una fuerte aportación de mano de obra y dar oportunidades de trabajo que pueden ser especialmente importantes en las ciudades más pobres. En los países más ricos, la industria de la arboricultura es próspera. Los bosques urbanos y las zonas verdes ofrecen también oportunidades para empresas más o menos estructuradas de tipo recreativo.
Educación. El aprecio de los bosques urbanos en la educación medioambiental va en aumento. Varias ciudades de países industrializados y en desarrollo tienen jardines botánicos, parques zoológicos, senderos señalizados en la naturaleza y centros que informan a los visitantes sobre la flora y la fauna. La facilidad de acceso a los árboles y los bosques es esencial para la enseñanza escolar y extraescolar.

Jóvenes plantando árboles

Plantar árboles es no sólo un tabajo sino una oportunidad para aprender. Jóvenes de Baltimore (Maryland, Estados Unidos) participan en un proyecto educativo de plantación de árboles en un parque urbano-

S. GRAHA

Actividades recreativas. Los bosques urbanos promueven mucho las actividades recreativas al aire libre. Los residentes con más bajos ingresos suelen frecuentar los parques urbanos más que los ciudadanos acomodados, ya que carecen de medios financieros y de tiempo libre para alcanzar lugares de recreo más distantes. Para que sean útiles para los habitantes con bajos ingresos, los bosques y las zonas verdes deben estar a una distancia accesible y disponer de los servicios deseados.
Sentimiento comunitario y realce del valor de la propiedad inmobiliaria. La participación del público en el cuidado de los árboles en las ciudades puede ayudar a reforzar el sentimiento de comunidad al dar a la gente una oportunidad para colaborar en beneficio del medio ambiente local (NUFU, 1998). Se ha comprobado que los precios de las viviendas son más elevados en las cercanías de árboles urbanos: por ejemplo, un 5 por ciento más en Hong Kong (Webb, 1998) y en la ciudad finlandesa de Salo (Tyrvainen, 1999) y hasta un 18 por ciento más en los Estados Unidos (Morales, Micha y Weber, 1983). En Singapur y Kuala Lumpur se ha reconocido que un paisaje urbano arbolado es un atractivo importante para nuevos empresarios e inversores (Kuchelmeister, 1998).

Asociaciones innovadoras en la silvicultura urbana

La actuación de los ciudadanos y de las organizaciones comunitarias

La conservación y la ordenación de muchos parques urbanos sólo son posibles por la actuación de los residentes y de
las organizaciones no gubernamentales (ONG). Esto se ha comprobado en ciudades tan diversas como Nueva Delhi en la India; Manila en Filipinas, México, D.F. y Nueva York en los Estados Unidos (Kuchelmeister, 1999b).
En Yokohama (Japón), la Junta de Parques de la ciudad y varias asociaciones de ciudadanos administran un parque eco-lógico. Se distinguen dos tipos de asociaciones: especialistas interesados en un aspecto particular de la naturaleza (por ejemplo, ornitólogos) y generalistas interesados en actividades sociales durante su tiempo libre. Cada asociación tiene funciones claramente definidas en el mantenimiento del parque (Kaneko y Nanbu, 1997). En Zurich (Suiza) la administración municipal ha invitado a los ciudadanos a asumir la responsabilidad de zonas verdes urbanas específicas (J. Villiger, comunicación personal, 1999).

Grupos vulnerables como asociados y clientes

En Bombay (India) se construyó en un parque para niños de la calle y con ayuda de éstos un vertedero de basura entre tugurios desparramados por un lado y un riachuelo contaminado por otro. El parque se utiliza también para educación ambiental (Pye-Smith, 1996). En Sao Paulo (Brasil) el proyecto "Un millón de árboles" movilizó a niños de la calle para regar árboles, protegerlos contra actos de vandalismo y desarrollar campañas de educación puerta a puerta. Todos los niños recibieron un uniforme, vales para almuerzos gratuitos, formación y algún dinero (Kuchelmeister, 1999b). En Marruecos, una ONG, con apoyo del Gobierno, movilizó a mujeres, alumnos de las escuelas, maestros y niños minusválidos para plantar un millón de árboles en Rabat y sus alrededores con objeto de mejorar las condiciones de vida y combatir la desertificación (CNUAH [Hábitat]/Together Foundation, 1998).

Colaboración entre entidades públicas y privadas

En Sacramento, California (Estados Unidos), la preocupación por la salud de los árboles en un momento en que se reducen los fondos municipales para la arboricul-tura ha dado lugar a nuevos lazos de colaboración entre la Sacramento Tree Foundation, el sector municipal de servicios, voluntarios especializados en combatir la grafiosis del olmo y residentes para plantar árboles de jardín protectores.
En muchos países los empresarios e industriales cuidan de los árboles de la calle o patrocinan la plantación de árboles frente a sus establecimientos a cambio de la publicidad sobre los dispositivos de protección o para atraer a la clientela. En Chile, algunas compañías financian y administran incluso parques públicos enteros (IDB/BID, 1997). En Sao Paulo se han convocado concursos públicos para plantar árboles en la ciudad. La compañía adjudicataria del contrato vende pequeños espacios de publicidad en los protectores de los árboles para financiar la plantación y obtener beneficios. El único costo para las autoridades es la inspección del contrato (Zulauf, 1996).

Lazos de asociación entre ciudades

La cooperación entre ciudades en el marco de asociaciones internacionales y nacionales de municipios y de una amplia gama de ONG está siendo uno de los componentes más destacados de la cooperación para el desarrollo. En esta cooperación se incluye a veces la silvicultura urbana.
En algunos acuerdos de hermanamien-to entre ciudades se prevén actividades de silvicultura urbana. Por ejemplo, el Gobierno de Singapur ofreció asistencia en silvicultura urbana a Manila (Filipinas). Ejemplos de cooperación Norte-Sur en silvicultura urbana son los acuerdos entre Guelph (Canadá) y Jinja (Uganda) y entre León (Nicaragua) y Utrecht (Países Bajos) (Kuchelmeister, 1999b).

Descentralización de funciones

Las políticas de descentralización y la urbanización han puesto a las ciudades en primer plano de la economía mundial y han llevado a cambios en las relaciones entre las ciudades y los gobiernos federales. Los municipios administran ahora muchos bosques, como por ejemplo en Bolivia (Kaimowitz et al., 1997). La redistribución de funciones y el establecimiento de lazos de asociación entre diversos interlocutores abren nuevos horizontes y oportunidades para proyectos de silvicultura tanto rural como urbana.
La autoridad municipal de Puerto Princesa (Filipinas) descentralizó ciertas funciones forestales confiándolas a las aldeas con miras a una administración y una ejecución efectivas de los planes. Alentado por el éxito de los dirigentes de Puerto Princesa en la protección de sus ricos recursos naturales, el Gobierno de la nación traspasó a la autoridad municipal de Puerto Princesa la administración del parque nacional fluvial subterráneo de Saint Paul, de fama mundial, junto con la cuenca de Irawan (Kuchelmeister, 1998).

Panorama arbóreo para el próximo milenio

En los países en desarrollo se está acelerando la urbanización. Al extenderse las ciudades, se difuminan las fronteras entre actividades urbanas, periurbanas y rurales, y se confunden los diversos sectores. Las políticas de descentralización y urbanización ponen a las ciudades en el primer plano de la economía mundial y hacen que se modifiquen las relaciones entre las ciudades y los gobiernos federales. En el milenio urbano, las necesidades y la influencia de las sociedades urbanas alterarán radicalmente las prioridades de la investigación y el desarrollo forestales.
La silvicultura urbana es un planteamiento moderno del cuidado de los árboles en las ciudades, que requiere planificación a largo plazo, coordinación profesional y participación local. Las actividades de investigación y desarrollo están dominadas y fuertemente influidas por los países industrializados, sobre todo los Estados Unidos. Se requieren más actuaciones concertadas para impulsar una silvicultura multifuncional apropiada en los países en desarrollo.
En el milenio urbano, los silvicultores profesionales tendrán que combinar mejor la formación urbana y la tradicional y tendrán que saber colaborar con especialistas en ordenación del territorio, constructores de viviendas, autoridades municipales, comités de desarrollo y habitantes pobres de las ciudades.
Los bosques urbanos son un activo económico. Debidamente concebidos y administrados, el conjunto de sus beneficios es tal que se ve en ellos cada vez más un componente básico de la infraestructura urbana, esencial para mantener un medio ambiente idóneo para la vida y sostenible.
En un plazo de veinte años, habrá más habitantes en las ciudades que en las zonas rurales. Para desarrollar y mantener bosques urbanos en poblaciones pobres, lo primero que hay que hacer es atender a las necesidades básicas. La mejor manera de hacerlo es utilizar los recursos para múltiples funciones. Los organismos de cooperación para el desarrollo deberían pues prestar más atención al sector forestal mucho más allá de las zonas rurales.
La silvicultura urbana ya no es patrimonio exclusivo del sector público. Diversas formas de colaboración entre entidades públicas y privadas aparecen por el mundo dando dinamismo a este nuevo concepto de silvicultura urbana. La financiación de programas de silvicultura urbana debe hacerse mediante una combinación de fuentes públicas y privadas.


Nuevas fuentes de financiación para bosques urbanos
La necesidad de un aumento extraordinario de los bosques urbanos junto con la falta de fondos públicos suficientes lleva a pensar que las fuentes privadas serán el componente más importante de la financiación. Una fecunda combinación de fondos públicos y privados de fuentes nacionales, municipales y particulares se utiliza cada vez más para los programas de silvicultura urbana.
Algunas formas no convencionales de financiar la silvicultura urbana en los países en desarrollo son:
- financiación del mantenimiento de parques mediante los ingresos de productos arbóreos, piscicultura y apicultura; subasta de productos del parque como la hierba; tasas de entrada;
- exención o reducción del impuesto territorial por plantar o administrar zonas forestales de tamaño mínimo;
- financiación de la plantación de árboles urbanos sacando a concurso público la publicidad en los elementos de protección de los árboles;
- donativos filantrópicos en efectivo y en especie por plantar árboles en las calles;
- donativos de empresas a cambio de publicidad;
- legislación que imponga a los urbanizadores la obligación de dedicar cierto porcentaje de tierra a espacios verdes;
- financiación de bosques urbanos mediante proyectos de retención del carbono.

Bibliografía
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Nota 1. Guido Kuchelmeister: es Coordinador de la iniciativa "Ciudad árbol", Illertissen (Alemania).
(al texto)

 

Los accidentes de automóvil: una matanza calculada

Antonio Estevan

Madrid (España), junio de 2001

Los accidentes de tráfico mortales han sido considerados hasta hace muy poco tiempo como una consecuencia inevitable de la existencia de los automóviles, cuya utilización se supone imprescindible para el desenvolvimiento económico y social en el mundo moderno. Nunca se ha planteado, en consecuencia, la posibilidad de atribuir responsabilidades globales sobre tales muertes a ningún estamento económico o institucional. Sin embargo, en los últimos años se han producido avances significativos en la comprensión del problema de los accidentes de tráfico, que pueden abrir el camino a la identificación de claras responsabilidades industriales: se perfila la idea de que las "matanzas" diarias del tráfico son algo muy distinto a una acumulación de fatalidades de responsabilidad individual, que es como son presentadas por las industrias interesadas y por las administraciones competentes.

 

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De Ayllukuna a la Teoría de Sistemas: Cuidando la Madre Naturaleza

Máximo Sandín


Se ha dicho a veces, como lo ha hecho observar Macnamara, que el hombre puede soportar impunemente las diferencias más grandes de clima y otros cambios distintos; mas esto es sólo cierto para los pueblos civilizados. El hombre en el estado salvaje parece, bajo este respecto, casi tan susceptible como sus más cercanos vecinos, los monos antropoides, que nunca viven mucho si se les saca de su país natal.
Charles Darwin. “El origen del Hombre”. (Pag.268).


La atribución de la condición de “inferiores” a personas o pueblos sojuzgados ha existido a lo largo de la historia de la Humanidad desde el surgimiento de las relaciones de dominación como consecuencia del nacimiento de las culturas sedentarias y militarizadas. Parece que una coartada muy utilizada para justificar la explotación y la opresión ha sido la “bestialización” de las víctimas.  Un vergonzoso ejemplo de esta actitud lo representa el conocido como “La junta de Valladolid”, en 1550, en la que tuvo lugar un acalorado debate sobre si los indígenas americanos eran o no seres inferiores y que terminó sin una resolución final.
Pero la elevación de esta aberración a la categoría de ciencia tuvo lugar con la implantación del darwinismo como descripción científica de la realidad. En su segunda “gran obra” El origen del Hombre, Charles Darwin incorpora todos los más sórdidos prejuicios de la clase social a la que pertenecía a la naturaleza humana, justificando las diferencias sociales o culturales como un resultado de su gran “hallazgo científico”: la selección “natural”. El arraigo de estas ideas se pone de manifiesto en los textos sobre evolución humana de los científicos darwinistas. Las “sustituciones” (extinciones) de unos “homínidos” por otros en función de una supuesta superioridad se justifica, a veces, mediante los argumentos más rocambolescos: Los neandertales, macizos y bien musculados, probablemente tenían unos dedos demasiado gruesos para hacer uso efectivo de tecnología avanzada de la Edad de Piedra o para  realizar tareas de destreza como grabar. /.../ Esto da peso a la idea de que los humanos modernos recientes sustituyeron a los neandertales por su superior uso del mismo tipo de herramientas. /.../ Así, aunque los neandertales pudieron probablemente fabricar y usar herramientas complejas, no pudieron hacerlo muy a menudo o muy cuidadosamente, (?) y no fueron capaces de tareas mas sofisticadas como grabar o pintar, que fueron desarrolladas por los humanos modernos. (Clarke, 2001).
Esta concepción se ha extendido por el imaginario colectivo bien nutrida por las “investigaciones” que, desde el Siglo XIX, nos han aportado los científicos que acompañaron a la expansión colonial europea, que han mostrado a los pueblos “primitivos”, especialmente a los de cultura cazadora-recolectora, como poco menos que mendigos desarrapados y brutales buscando permanentemente algo que comer. Y en muchos casos, las pruebas de sus aseveraciones las han fabricado ellos mismos. El contacto de los hombres “civilizados” con pueblos “salvajes” ha tenido siempre consecuencias desastrosas para los segundos. Incluso en situaciones no dirigidas por el ánimo de conquista, el descubrimiento de las tecnologías occidentales y del poder que les conferían y el deslumbramiento por los “regalos”, en el mejor de los casos baratijas y en el peor, armas o bebidas alcohólicas, han convertido a muchos grupos humanos en poblaciones desculturizadas, dependientes y con escasa autoestima.
Un caso especialmente informativo sobre las consecuencias de de esta actitud lo representa el plasmado en el libro “El saqueo de El dorado” de Patrick Tierney. En el año 68, el prestigioso antropólogo Napoleón Chagnon de la Universidad de Michigan publicó su obra “El pueblo fiero” en el de descubría para el mundo civilizado a los Yanomami, el “último pueblo virgen” habitante de las remotas junglas amazónicas de Venezuela y Brasil. La imagen que transmitió, y que quedó durante muchos años en los libros de texto y en el imaginario colectivo era la de un pueblo viviendo permanentemente en medio de una gran competitividad sexual y guerrera, “confirmando” las concepciones darwinistas sobre los pueblos “primitivos”. En los años 90, Patrick Tierney, un discípulo y admirador de Chagnon, se acercó en persona al territorio que estudió Chagnon. Las entrevistas a testigos presenciales, las pruebas documentales y testimonios de autoridades civiles y militares de la zona y miembros de ONGs y personal sanitario pusieron de manifiesto que Chagnon elaboró fotografías y filmaciones en los que situaba a los guerreros decorados con sus pinturas de guerra en actitudes agresivas, o a madres azuzando a sus pequeños a la pelea, pero eso no fue todo: la distribución de regalos como utensilios metálicos de distinto tipo, repartidos de una forma premeditadamente desigual, provocó envidias y desencadenamiento de violencia real, antes inexistente. Por si fuera poco, las enfermedades contagiosas portadas por los acompañantes de Chagnon provocaron una terrible mortandad entre los Yanomami (Tierney, 2002).
Sería absurdo pretender aplicar a todos los pueblos que han mantenido sus culturas ancestrales la categoría general del “buen salvaje” que tanto interés tenía Chagnon en destruir. Precisamente por su condición de seres humanos difícilmente pueden estar libres de algunos de los defectos que nos son propios. Pero más estúpido aún es considerarlos como seres limitados intelectualmente por la inocencia con la que frecuentemente se han mostrado ante las artimañas y las maldades, inconcebibles para ellos, de los invasores “civilizados”. Porque su sabiduría (que no es lo mismo que información o tecnología) es de un tipo muy diferente a lo que se valora en la “civilización” occidental. Sus culturas, fruto de milenios de interacción, de comprensión entre sí y con el medio natural, han construido cosmovisiones de extraordinaria belleza, pero sobre todo de inteligente comunicación e integración con el entorno en el que se han desarrollado. Una comprensión y una actitud ante el fenómeno de la vida que habría hecho posible la convivencia de la Humanidad en armonía con el ambiente por tiempo indefinido.
Pero esta sabiduría no se detiene en aspectos que pudiéramos denominar filosóficos. Los componentes prácticos de sus conocimientos ancestrales han mostrado una gran eficiencia para una forma de vida en equilibrio con una Naturaleza a la que nunca han considerado una “enemiga”. Unos conocimientos que no se basan, como en nuestra cultura, en “descubrimientos” de sabios, de personajes providenciales, sino que son el resultado común de conocimientos obtenidos y compartidos por toda la comunidad. Sería largo de documentar, por ejemplo, el arsenal de aplicaciones de plantas medicinales conocido desde tiempos inmemoriales por todos los pueblos del Mundo que constituyen la base de muchos medicamentos, depredados por la industria farmacéutica mediante la “biopiratería” y que son (mal)utilizados por la medicina “científica” en forma de “principios activos”, pero lo que me gustaría resaltar aquí son unas concepciones o descripciones de la realidad que resultan sorprendentes por lo que tienen de una comprensión de fenómenos a la que, con grandes dificultades y cierta confusión por la limitación que impone la interpretación mecanicista, reduccionista e individualista de la visión científica dominante, se está llegando en la actualidad.
Es difícil tener la certeza de que las narraciones que han llegado hasta nosotros, los “occidentales” (supongo que esta denominación dependerá del lugar geográfico desde el que se mire), no hayan podido ser desvirtuadas o adornadas con conocimientos actuales, pero el hecho de que los conocimientos a que me voy a referir son extremadamente recientes, especializados y poco menos que marginales o “heterodoxos”, junto con las coincidencias muy llamativas en grupos muy alejados étnica y geográficamente, permite concederles una razonable credibilidad. Este párrafo ridículamente prepotente tiene por objeto subrayar mi condición de científico racionalista que, según la concepción “oficial”, no debe dejarse subyugar por “supersticiones” o narraciones románticas no obtenidas “empíricamente” mediante el método experimental, aunque me reconozco completamente subyugado.
Un repaso general a los retazos de sabidurías ancestrales que han sobrevivido a duras penas al etnocidio sistemático (y, en muchos casos, premeditado y planificado) del colonialismo europeo (en África, Asia, Australia…), resultaría muy enriquecedor por las deslumbrantes bellezas de cosmovisiones con muchos puntos de contacto entre sí que han de tener, por fuerza, orígenes  muy remotos. Pero en este caso nos limitaremos a una aproximación forzosamente superficial y posiblemente simplificada a conceptos nacidos en culturas indígenas de Latinoamérica. Una concepción de la realidad que, a lo largo de milenios de contacto y comprensión de su medio natural ha surgido de su vida misma, de una observación constante de la marcha de la vida y del conocimiento de sus leyes que se han incorporado como guías para la organización colectiva de sus grupos.
Las “filosofías” de estos pueblos han sido, como ya hemos dicho, elaboradas y compartidas, a lo largo del tiempo por toda la comunidad. Lo que resulta difícil de comprender desde una mentalidad “occidental” es cómo han llegado a esos conocimientos. En qué datos “empíricos” se han basado, porque a lo que han llegado es a una concepción “cuántica” de la realidad.
Desde el punto de vista de la mecánica cuántica, la realidad contiene tanto al observador como a lo observado (el observador no mira “desde fuera”). Es como si el observador “creara” lo observado y, al mismo tiempo, estuviera dentro. Por sorprendente que pueda parecer, los conocimientos de la mecánica cuántica convierten los fundamentos de la realidad, de los objetos físicos que nos rodean en algo que no es material ni inmaterial, que es lo que se conoce como función cuántica o campo cuántico. El electrón que forma los átomos que nos componen es partícula u onda de forma complementaria, es decir, la unidad es en realidad la interacción de dos entidades complementarias.  La realidad física está constituida por interacciones entre distintos componentes de este tipo que se organizan en distintos niveles cuánticos de complejidad, desde los átomos hasta el Universo.
En un nivel que podríamos considerar intermedio de estos “saltos” cuánticos de complejidad se encuentra la organización de la vida en la Tierra. Los seres vivos están constituidos por átomos, que se organizan en moléculas, estas en células que, en sucesivos niveles de complejidad, se organizan en órganos y tejidos, organismos, especies y ecosistemas que a su vez conforman el gran ecosistema o “macroorganismo” que constituye nuestro Planeta, parte de otro sistema de nivel superior…
La vida sólo puede existir gracias a una intrincada red de relaciones e interconexiones entre todos y cada uno de sus componentes. Una red que, según los descubrimientos científicos más recientes, muestra una complejidad difícil de concebir hasta hace muy poco tiempo por la ciencia convencional. La vida se organizó en la Tierra a partir de la integración de bacterias y virus para formar las células que forman los seres vivos (Margulis y Sagan, 1995; Sandín, 1997; Gupta, 2000; Bell, 2001). Los organismos de los seres vivos son (somos), de hecho, comunidades organizadas de bacterias reguladas mediante la información genética procedente de virus que se han convertido en endógenos (insertados en los genomas) (Sandín, 1997; Villarreal, 2004), pero además todos los seres vivos contienen cifras astronómicas de bacterias y sus virus asociados (fagos) en su interior (Qin et al., 2010), colaborando a funciones como elaboración de vitaminas y aminoácidos que los organismos no pueden producir y en mantener el equilibrio con los existentes en el exterior, entre ellos los que están en la piel, en forma de complejos ecosistemas, también en equilibrio con el entorno (Grice et al., 2009). Un entorno natural y físico en el que las bacterias y virus siguen siendo los componentes mayoritarios, componiendo una biomasa superior a la del mundo animal y vegetal con cifras que se van ampliando a medida que progresan los métodos de obtención de datos (Fuhrman, 1999; Suttle, C. A., 2005; Gewin, 2006; Howard et al., 2006: Lambais et al., 2006; Williamson et al., 2006; Goldenfeld y Woese, 2007;  Sandín, 2009) y que constituyen la base de la pirámide trófica marina y terrestre, purifican el agua, reciclan los productos de deshecho y las sustancias tóxicas, hacen el Nitrógeno de la atmósfera disponible para las plantas, comunican información mediante la “transferencia genética horizontal”… incluso, los derivados de azufre producidos por la actividad de los virus marinos contribuyen a la nucleación de las nubes. Los “microorganismos” conectan el mundo orgánico con el inorgánico, y cada uno de nosotros somos como un ecosistema dentro de otros ecosistemas conectados por una “red de la vida” dentro del gran organismo, realmente vivo, que nos acoge.
Todos estos conocimientos no han sido integrados en el “cuerpo teórico” de la concepción dominante de los fenómenos de la vida, sencillamente, porque no se pueden integrar. Porque chocan frontalmente con la visión mecanicista, reduccionista, competitiva e intelectualmente ramplona del darwinismo. Pero ya eran comprendidos, al menos en su significado, por muchos pueblos “primitivos”. Un aspecto común a los pobladores de las selvas es algo considerado por los visitantes “civilizados” como ingenuo o “supersticioso”: no tienen una distinción clara entre el mundo físico y el mundo espiritual o mágico. Posiblemente el uso ritual de sustancias “psicotrópicas” haya sido para ellos una forma de acceso al conocimiento que se escapa a la mentalidad (y posiblemente a las capacidades) de los “occidentales”, pero lo cierto es que les ha llevado a una comprensión de la realidad y a un elaborado conocimiento de sus medios, de las plantas medicinales alimenticias o tóxicas. De los animales, a los que consideran sus hermanos y dotados de espíritu, y cuyas relaciones de parentesco no están basadas en nuestras  agrupaciones “filogenéticas”, sino en los hábitats que comparten, en los que viven y se relacionan. Para ellos, que la conocen, la selva no es la “jungla de dientes y garras tintos en sangre” de los ignorantes europeos. La selva es su confortable casa, y los ríos y los árboles parte de su vida.
Pero lo verdaderamente admirable es la concepción, también común a diversos pueblos indígenas, de su integración en el Universo regida por sus mismas leyes, movimientos y cambios como una integridad. Como microcosmos organizados e inmersos en el gran macrocosmos cuya energía organiza todo lo existente y dentro de él y lo que nos acoge, la Pacha Mama, es la sagrada Madre Tierra. Por eso, la relación con lo que haya en ella ha de ser de armonía y reciprocidad. La concepción colectiva de las relaciones humanas deriva de lo que se observa en la Naturaleza. Todos sus elementos están ordenados en una organización colectiva donde cada cosa tiene su lugar, donde las plantas y animales forman colectivos según sus territorios. Estas colectividades han inspirado las organizaciones sociales, Ayllukuna para los Quechua y Aymara, como configuración de las leyes que rigen  el cosmos y la Madre Tierra.
En estas culturas se puede encontrar también la más bella (y “cuántica”) expresión de la  concepción de la realidad y del ser humano. Para ellos, la unidad es la pareja. Igual que los elementos del cosmos la unidad está organizada en una relación de parejas complementarias. Wiraqucha, la energía universal, tiene una categoría dual de “Padre/Madre”, es el ser sagrado primigenio y principal y no puede ser puramente masculino o puramente femenino. El sol es la pareja complementaria con la luna, el “mundo de arriba”, el Hanaq Pacha, es masculino y es complementario con la Pacha Mama, la Madre Tierra. Y así, el concepto de matrimonio se expresa con el término Yananchakuy, “hacerse entre sí”, entre sexos opuestos, un encuentro complementario, en igualdad de condiciones. 
De estas cosmovisiones surgen conceptos que chocan con la mentalidad occidental: la igualdad en la diferencia y la unidad en la diversidad, pero especialmente el concepto sagrado de la Naturaleza no en el sentido religioso de nuestra cultura, sino entendido como merecedor de respeto. Todos los seres vivos, sean animales o plantas, tienen un espíritu que hay que respetar para no interferir en el funcionamiento del organismo que es la Madre Naturaleza (Nuñez, 1992).
Cuando James Lovelock planteó la “Hipótesis Gaia” en la que describía la Tierra como un organismo vivo con capacidad de “autorregulación” y fue forzado a retractarse debido a los ataques de las “autoridades científicas” e incluso a su misma condición de darwinista, que le llevó a admitir que el término “organismo” era simplemente metafórico, seguramente no tenía conciencia de que las culturas “primitivas” sabían hace mucho tiempo que nuestra Madre Tierra está viva. Pero esta hermosa e inteligente cosmovisión ha sido arrollada por la zafia concepción de la competencia, la dominación y la destrucción que ha causado una grave enfermedad a la Pacha Mama. Sería bueno que los “hombres civilizados” volviéramos los ojos hacia los “pueblos sabios” para agradecerles su legado. Incluso, para pedirles consejo.


Bibliografía

BELL, P. J. 2001. Viral eukaryogenesis: was the ancestor of the nucleus a complex DNA virus? Journal of Molecular Evolution 53(3): 251-256.
CHAGNON, N. (1968). Yanomamö: The Fierce People. Holt, Rinehart & Winston.
CLARKE, T. 2001. Early modern humans won hand over fist. Nature Science update. 6 Feb.
DARWIN, Ch. R., 1871. The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex. Versión española: El Origen del Hombre. Ediciones Petronio. Barcelona. 1973.
FUHRMAN, J. A. 1999. Marine viruses and their biogeochemical and ecological effects. Nature,399:541-548.
GEWIN, V. 2006. Genomics: Discovery in the dirt. Nature .Published online: 25 January 2006; | doi:10.1038/439384a 
GOLDENFELD, N. and WOESE, C. (2007). Biology’s next revolution.  Nature 445, 369.
GRICE, E. A. et al. (2009)Topographical and Temporal Diversity of the Human Skin Microbiome. Science, 324, 5931, 1190 - 1192
GUPTA, R. S. 2000. The natural evolutionary relationships among prokaryotes.Crit. Rev. Microbiol. 26: 111-131.
HOWARD, E. C. et al., 2006. Bacterial Taxa That Limit Sulfur Flux from the Ocean. Science,  Vol. 314. no. 5799, pp. 649 – 652.
LAMBAIS, M. R. et al., 2006.  Bacterial Diversity in Tree Canopies of the Atlantic Forest  Science, Vol. 312. no. 5782, p. 1917 
MARGULIS, L. y SAGAN, D. 1995. What is life?. Simon & Schuster. New York, London.
NUÑEZ SÁNCHEZ, J. (Ed.) (1992): Culturas y pueblos indígenas. Editora Nacional. Quito.
SANDÍN, M. (1997). Teoría sintética: Crisis y revolución. ARBOR , N.º 623-624. Tomo CLVIII.
SANDÍN,M. (2009). En busca de la Biología. Reflexiones sobre la evolución. Asclepio, LXI, 2.
SUTTLE, C. A. (2005). Viruses in the sea. Nature 437, 356-361
TIERNEY, P. (2002). El saqueo de El Dorado. Grijalbo.
QIN, J. et al. (2010). A human gut microbial gene catalogue established by metagenomic sequencing. Nature 464, 59-65
VILLARREAL, L. P. (2004). Viruses and the Evolution of Life. ASM Press, Washington.
WILLIAMSON, K.E., WOMMACK, K.E. AND RADOSEVICH, M. (2003). Sampling Natural Viral Communities from Soil for Culture-Independent Analyses. Applied and Environmental Microbiology, Vol. 69, No. 11, p. 6628-6633
WOESE, C. R. (2002). On the evolution of cells. PNAS vol. 99 no. 13, 8742-8747.

 

Fecha publicación mayo 2010

Comentarios al 150 aniversario de la publicación del libro El origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida


Guillermo Agudelo Murguía


Los que sólo saben manejar el martillo, todos los problemas los resuelven a golpes pues les parecen clavos

Anónimo


1.- Las objeciones


Este 2009 se cumple una centena y media de años de la publicación del libro de Charles Darwin titulado The Origin of Species by Means of Natural Selection or Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, un título muy anglosajón y muy ad hoc para el contenido.
Hoy al hablar de evolución se empieza por ocultar el verdadero titulo de la obra seminal de Darwin y se acorta a sólo "El origen de las especies". Porque los problemas se inician desde que se analiza el titulo original: la primera parte del título El origen de las especies por medio de la selección natural, implica que las especies llegan a ser mediante un "mecanismo" conocido como selección natural. Lo cual el mismo Darwin negó. Pero la segunda parte...o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida es más problemática pues presupone un ente que favorece tomando como base las diferencias raciales.

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Europa se nos muere… La reducción del gasto y el fin del Estado de Bienestar

Escrito por MICHAEL HUDSON (Nota 1)

Domingo, 04 de Julio de 2010

De la crisis fiscal se culpa a las matemáticas de la demografía de una población en trance de envejecimiento, no a los gastos exponencialmente disparados en servicio de deudas, préstamos basura y fraude financiero masivo, gastos a los que tiene que subvenir el gobierno con rescates.
Lo que realmente está causando el estrangulamiento financiero y fiscal, huelga decirlo, es el hecho de que la financiación pública resulta ahora necesaria para compensar al sector financiero de las pérdidas que tendrá año tras año, a medida que los préstamos entren en mora en unas economías sobreendeudadas que se hunden más y más en el mar de la quiebra técnica de los deudores.
Cuando los políticos permiten que el sector financiero lleve la voz cantante, la preferencia natural de éste es convertir a la economía en un saquito de todo a cien. Y muchas veces, los políticos se ponen en cabeza. Eso es lo que significan las palabras “desahucio”, “penalización” o “liquidación”, de la mano siempre de “dinero razonable”, “confianza empresarial” y las consecuencias usuales: “deflación por deuda” y “servidumbre por deuda”.
Alguien tiene que acabar perdiendo en el asunto de los malos préstamos, y lo que los banqueros quieren es que sea la economía la que cargue con las pérdidas, a fin de “salvar el sistema financiero”. Desde el punto de vista del sector financiero, la economía ha de gestionarse para mantener la liquidez bancaria, y no el sistema financiero para servir a la economía. El gasto social del gobierno (el gasto en cualquier cosa que no sean rescates bancarios y subsidios financieros), así como el ingreso personal disponible, han de ser drásticamente recortados para evitar que se deprecie el gasto de deuda. El flujo de caja de las empresas ha de servir para pagar a los acreedores, no para emplear a más trabajadores y para hacer inversiones de capital a largo plazo.
La economía ha de ser sacrificada para subsidiar la fantasía según la cual las deudas pueden ser devueltas con sólo que los bancos puedan reponerse “por entero” y comenzar a prestar de nuevo (es decir, volver a hundir a la economía en deudas todavía mayores, causando una deflación por deuda aún más grave).
Esto no es la tradicional guerra de clases del siglo XIX, empresarios industriales contra trabajadores, aunque eso es también parte de lo que está pasando ahora. Es sobre todo una guerra del sector financiero contra la economía “real”: contra los empresarios industriales y contra los trabajadores.
La realidad subyacente es, en efecto, que las pensiones no pueden pagarse, o al menos, que no pueden pagarse con ganancias financieras. En los últimos 50 años, las economías occidentales han fantaseado con la idea de pagar a los jubilados a partir de ganancias puramente financieras (D-D’, como dirían los marxistas), no a partir de una economía en expansión (D-M-D’, utilizando trabajo para producir más mercancías). El mito era que las finanzas tomarían la forma de activos productivos, capaces de incrementar la formación de capital y la contratación laboral. La realidad es que la forma que toman las finanzas es la de las deudas (y las apuestas). Sus ganancias se hacían, por consiguiente, a costa del conjunto de la economía: eran extractivas, no productivas. La riqueza en la cúspide rentista encogía la base de la pirámide. Así pues, alguien tiene que dar. La cuestión es: ¿qué forma tomará ese “dar”? ¿Y quién será el que dé, y quiénes los receptores?
El gobierno griego no se ha mostrado dispuesto a hacer que los ricos paguen impuestos. Así que los trabajadores tienen que llenar el hiato fiscal, permitiendo a su gobierno socialista que recorte las pensiones, la asistencia sanitaria, la educación y otros gastos sociales: todo para rescatar al sector financiero de un crecimiento exponencial de deuda insatisfecha, rescate que resulta imposible de realizar en la práctica. La economía es sacrificada en el altar de un sueño imposible. Sin embargo, en vez de centrarse en el problema de un crecimiento exponencial del volumen de títulos bancarios de deuda que no se puede pagar, los lobistas bancarios –y los políticos del G20, cuyas campañas electorales dependen de sus fondos— lo que hacen es promover el mito de que el problema es demográfico: una población envejecida abatida sobre la Seguridad Social y los fondos públicos de pensiones. Y se dice a los políticos que  lo que tienen que hacer es servirse de su poder y recaudar impuestos y crear crédito, pero no para pagar pensiones y asistencia social, sino para rescatar a un sector financiero abrumado por la acumulación títulos de deuda crecientemente insatisfecha.
Letonia ha sido presentada como el niño modelo de lo que la UE recomienda a Grecia y a otros países meridionales de la UE en dificultades: los recortes drásticos del gasto público en educación y sanidad han reducido los salarios del sector público en un 30%, y siguen cayendo todavía. Los precios de la propiedad de la vivienda han caído un 70%, y los propietarios y sus familiares cofirmantes de las hipotecas han entrado en quiebra técnica [deben más al banco de lo que ahora valen sus viviendas; T.], hundiéndose en una vida de servidumbre por deuda si no toman sus bártulos y emigran del país. [1]
La extravagante pretensión de esos recortes en el presupuesto público para enfrentarse al  declive económico pos-burbuja es que eso restaurará la “confianza”. Es como si la autodestrucción fiscal pudiera inspirar confianza, y no, como es el caso, empujar a los inversores a huir del euro. La lógica parece la de la vieja guerra de clases, haciendo retroceder las agujas del reloj a la filosofía de dura disciplina fiscal de una época que se creía superada: hacer retroceder la seguridad social, las pensiones públicas, el gasto público en educación y otras necesidades sociales básicas, y sobre todo, incrementar el desempleo para empujar a los salarios a la baja. Algo que hizo explícito el Banco Central de Letonia –tenido por “modélico   en punto a retraer la economía por los banqueros centrales de la UE—.
Es una lógica autodestructiva. Exacerbar el declive económico reducirá la recaudación fiscal, empeorando aún más los déficits presupuestarios en una catastrófica espiral bajista. La experiencia de Letonia muestra que la respuesta a la retracción económica es la emigración del trabajo calificado y la fuga de capitales. Lo cierto es que la política europea de retracción económica planificada choca frontalmente con el primer axioma de los libros de texto de política económica, y es a saber: que los votantes actúan conforme al propio interés y que las economías prefieren crecer, no destruirse a sí propias. Hoy, las democracias europeas –y hasta los partidos socialdemócratas, socialistas y laboristas— concurren al poder con una plataforma programática en materia fiscal y financiera que se opone derechamente a los intereses del grueso de los votantes y aun al de los industriales.
La explicación, huelga decirlo, es que la planificación económica no la hacen hoy en día los representantes surgidos de las elecciones. La autoridad planificadora ha sido abandonada en manos de los bancos centrales “independientes”, quienes, a su vez, actúan como lobistas de bancos comerciales que venden su producto: deuda. Desde el punto de vista de los bancos centrales, el “problema económico” es cómo mantener solventes a los bancos comerciales y a otras entidades financieras en una economía pos-burbuja; cómo pueden éstos cobrar deudas, el volumen de las cuales está harto más allá de la capacidad de pago de muchas gentes de a pié en un ambiente de mora e impago crecientes.
Y la respuesta es que los acreedores sólo pueden cobrar a costa de la economía. El excedente económico subsistente tiene que ir para ellos, no para la inversión de capital, no para la contratación laboral, no para el gasto social.
Tal es el problema de la óptica financiera. Es miope y cortoplacista: es predatoria. Ante la disyuntiva de intervenir los bancos para promover la economía, o destruir la economía para beneficiar a los bancos, los bancos siempre optarán por la primera alternativa. Y lo mismo los políticos subvencionados por los bancos.
Los gobiernos precisan de sumas gigantescas para rescatar a los bancos de sus malos préstamos. Pero no pueden seguir tomando prestado a causa de las presiones sobre la deuda pública. De manera que las pérdidas derivadas de las malas deudas tienen que cargarse a los trabajadores y a la industria. La coartada narrativa es que los rescates públicos permitirán a los bancos volver a prestar de nuevo y reinflar el préstamo piramidal à la Ponzi de la economía de la burbuja. Pero el volumen de la quiebra técnica es demasiado grande, y no hay paso franco alguno que permita el tránsito a reinflar la burbuja. Las economías están todas anegadas de deuda. Las rentas de los bienes raíces, los flujos de caja de las empresas y el poder público recaudatorio del fisco ya no pueden soportar ulteriores empréstitos, no importa cuánta riqueza transfieran los gobiernos a los bancos. Los precios de los activos se han desplomado hasta el territorio de la quiebra técnica. La deflación por deuda ha retraído los mercados, los beneficios empresariales y los flujos de caja. La dinámica del “milagro del interés compuesto” ha culminado en quiebras y concursos de acreedores que reflejan la incapacidad en que se hallan los deudores de sostener el crecimiento exponencial de las cargas financieras requeridas por la “solvencia financiera”.
Si el sector financiero sólo puede ser rescatado recortando el gasto social en Seguridad Social, atención sanitaria y educación y avilantándose a más ventas privatizadoras, la gran pregunta es: ¿vale la pena? Sacrificar de este modo a la economía violaría los valores sociales de equidad y justicia de la mayoría de la gente, los valores profundamente arraigados en la filosofía de la Ilustración.
Este es el problema político. ¿Cómo pueden persuadir los banqueros a los votantes para que aprueben eso en un sistema democrático? Es necesario orquestar y manipular sus percepciones. Su miseria ha de pintarse con los colores de lo deseable, como un paso ineludible hacia la prosperidad venidera. 
Medio siglo de planes de austeridad fracasados impuestos por el FMI a desdichados países deudores del Tercer Mundo deberían haber destruido para siempre la idea de que la austeridad es la vía a la prosperidad. Una generación cuyo currículo académico ha sido purgado a conciencia ha borrado prácticamente todo vestigio de que hubo en otro tiempo una filosofía económica alternativa a esta teoría contrailustrada, patrocinada por los rentistas. La teoría clásica del valor y de los precios reflejaba la teoría de la propiedad fundada en el trabajo de John Locke. La riqueza de una persona debería ser lo que esa persona creara merced a su propio trabajo y a su propia industria, no merced a apuestas financieras basadas en información obtenida desde dentro o merced a privilegios especiales.
Por eso digo que Europa se nos muere. Si no cambia su trayectoria, la Unión Europea sucumbirá a un golpe de estado financiero que habrá de llevarse por delante los tres últimos siglos de filosofía social de ascendencia ilustrada. La cuestión es si disolver la Unión es la única manera de recuperar sus ideales democrático-sociales y emanciparse de los bancos que han tomado el control de sus órganos de planificación central.

 


(Nota 1) Michael Hudson trabajó como economista en Wall Street y actualmente es Distinguished Professor en la University of Misoury, Kansas City, y presidente del Institute for the Study of Long-Term Economic Trends (ISLET). Es autor de varios libros, entre los que destacan: Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire (nueva ed., Pluto Press, 2003) y Trade, Development and Foreign Debt: How Trade and Development Concentrate Economic Power in the Hands of Dominant Nations (ISLET, 2009).  Publicado como  “El golpe de Estado financiero contra el Estado Democrático y Social de Derecho en Europa: la distopía de la “Nueva Austeridad”, Michel Hudson, SP, Madrid.
(al texto)


NUEVOS APRENDIZAJES PARA EL SIGLO XXI:

UNA MIRADA EVOLUCIONISTA Y GRUYERIANA

Dr. Agustín de la Herrán Gascón

En primer lugar, quiero dar las gracias a la Fundación Fernando Rielo por su invitación a participar en
este Ciclo, y felicitar a sus responsables por el proyecto. Después, quiero enmarcar mi intención en esta
exposición. Intentaré centrarme en la zona de próximo desarrollo (L.S. Vygotski, 1978) del aprendizaje
humano posible para los tiempos nuevos y para la sociedad que aflora. Nuestro talante o nuestro reto se
sintetiza así: nuevos tiempos, nueva educación, nuevos aprendizajes, nueva formación, nueva sociedad.
En definitiva, rehumanización, como diría J.L. Cañas. Como condensación de lo anterior, se aportarán
fundamentos para la formación de un nuevo docente, ante las exigencias expresas y silenciosas de la
humanidad, a la luz de sus errores y esperanzas.

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Comentarios al 150 aniversario de la publicación del libro El origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida


Guillermo Agudelo Murguía


Los que sólo saben manejar el martillo, todos los problemas los resuelven a golpes pues les parecen clavos

Anónimo


1.- Las objeciones


Este 2009 se cumple una centena y media de años de la publicación del libro de Charles Darwin titulado The Origin of Species by Means of Natural Selection or Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, un título muy anglosajón y muy ad hoc para el contenido.
Hoy al hablar de evolución se empieza por ocultar el verdadero titulo de la obra seminal de Darwin y se acorta a sólo "El origen de las especies". Porque los problemas se inician desde que se analiza el titulo original: la primera parte del título El origen de las especies por medio de la selección natural, implica que las especies llegan a ser mediante un "mecanismo" conocido como selección natural. Lo cual el mismo Darwin negó. Pero la segunda parte...o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida es más problemática pues presupone un ente que favorece tomando como base las diferencias raciales.

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